Nos robaron. Es una copia de una peli argentina. Había un sketch en el programa de Tinelli que partía de esa idea. Que tal película, que tal canción era, en realidad, copia de una creación argentina. Podría empezar el texto así. Pero en realidad no importa tanto. El arte es copia y evocaciones cruzadas desde hace siglos.
Hay dos películas que tienen muchos elementos en común. Y aunque tratemos de disimular un poco, me da cierto orgullo o satisfacción pensar que la primera es argentina.
Tuvo menor trascendencia y su tono es diferente, pero si no la vieron, me estoy refiriendo a No me rompan (Azul Lombardía, 2023), protagonizada por Carla Peterson y Julieta Diaz. Uno de los ejes argumentales de esta peli argentina es el que luego aparece desarrollado en la película dirigida por Coralie Fargeat: una sustancia capaz de rejuvenecer el cuerpo.

No me rompan, la búsqueda de la perfección y el cuidado obsesivo del cuerpo anticipa la presión por la imagen que luego exploraría The Substance.
El Cuerpo: Centro Venerado y Ultrajado
Queda para el análisis de cinéfilos la cantidad de referencias presentes en la película, pero el enfoque que me interesa tiene que ver con un tema central. En ambas películas la mujer y el cuerpo son el campo de batalla, el centro venerado y ultrajado. Son dos mujeres que, a lo largo de su vida, generaron un reconocimiento y un estatus a partir de su cuerpo.
En The Substance el registro es literal, y lo explícito funciona de manera brutal. A la protagonista, Demi Moore, la despiden de su programa de ejercicios porque a los 50 ya es vieja. Acto seguido, a través de un contacto misterioso, le ofrecen una sustancia capaz de proporcionarle una versión nueva: más joven, más hermosa, más perfecta.
El tiempo, la imagen, el cuerpo, la soledad, el dolor, la valoración externa, el narcisismo. Todo aparece y todo se mezcla a través de un eje que no es nuevo, desde ya. La pregunta central que atraviesa toda la narración es: ¿qué hacemos para que el exterior nos valore y cuál es el costo de ese reconocimiento?
La Metáfora del Consumo Insostenible (Body Horror y Narcisismo)
En esta película se mezcla el thriller psicológico y el body horror de manera bastante homogénea. El trastorno dismórfico corporal, esa alteración de la auto percepción que podemos experimentar, se plasma en varias escenas.
La más fascinante es la de la protagonista, Elizabeth, arreglándose antes de tener una cita. Ella se mira con cierta conformidad, pero su mirada se enrarece al ver su versión joven (Sue) en una gigantografía, lo que la lleva a sacarse violentamente el maquillaje por el contraste que ambas versiones generan.
Aunque la película es reciente, se ha hablado mucho sobre este aspecto. Por eso me interesa hablar sobre algo que se expone en la película, al principio, como un detalle, pero que luego va tomando protagonismo: pero, ¿a que costo?
La sustancia propone una vida intercalada: siete días de una versión, siete días de la otra. Destaca que ambas versiones son solo una persona, es decir, la vida de una depende de la otra.
El primer indicio aparece ante un exceso: al pasarse unas horas, la versión joven acelera el envejecimiento en un dedo de la versión original. La imagen de un dedo decrépito horroriza a la protagonista. El simbolismo es claro. El cuerpo, como un territorio, se desertifica en un extremo para propiciar la prosperidad en otro.
Cuando la Destrucción es el Precio de la Prosperidad
A raíz de esto surge una pregunta de fondo: ¿Es una película que habla del desastre ambiental que produce el consumo capitalista?
Probablemente no. Al menos no de manera principal. Sin embargo, el monstruo surge a partir de consumir, de anhelar lo imposible a un costo insostenible. El cuerpo de Elizabeth se deforma, se destruye para dar lugar a Sue. Pero esa transición tampoco es posible. Porque la vida de una depende de la vida de la otra.
Todo consumo genera una destrucción.
La ropa que usamos, los muebles, los medicamentos, lo que comemos. La otra ropa que usamos también. Los muebles que cambiamos porque ya no van. Los medicamentos que consumimos para funcionar. Lo que muere para que nosotros prosperemos.
A fin de cuentas, este es el tema: lo que muere para que nosotros prosperemos. Cada elección cuenta.

