Agroecología y género: La bokashiera desarrollada por investigadorxs de la UNLP

por | 08 / 07 / 24 | Entrevistas

Un grupo de investigadores e investigadoras de la Universidad Nacional de La Plata y la Comisión de Investigaciones Científicas de PBA (CIC) llevan adelante un proyecto que combina diseño, agroecología y género. Se trata de un sistema milenario para el tratamiento de residuos orgánicos: el bokashi. A partir de la dificultad que tenían las mujeres a la hora de aplicar esta técnica, desarrollaron la bokashiera, una verdadera aliada para las trabajadoras de la agroecología.

Betina Galarza es doctora en Ciencias Bioquímicas y una de las investigadoras del proyecto. En el baúl de la camioneta utilitaria que maneja,  asoma un tanque perfectamente calzado, como si el vehículo hubiera sido fabricado para su traslado. Alrededor de la palanca de cambios rebota un limón enorme. Sumo un par de paltas que le trajimos de regalo. Son de nuestro árbol que dio frutos por primera vez. También empiezan a rebotar y a chocarse entre sí mientras nos dirigimos hacia el oeste.

¿Cómo surge el proyecto de la bokashiera?

— Nace a partir de querer hacer un manejo de un residuo sólido de la industria curtidora que es el residuo pelo, un residuo que no es tóxico porque sale del sistema antes de que se coloque cualquier químico, y veíamos que el compostaje era muy largo, la duración del proceso eran seis meses. Buscando, googleando, porque nos tocó investigar en época de pandemia, encontramos que el bokashi era un compost mucho más rápido. Cuando empezamos a hacerlo nos dimos cuenta que nos costaba mucho como mujeres. Normalmente el proceso se hace en el suelo y hay que palear durante 20 días, trasladar toda la mezcla de un lado al otro, porque es un proceso aeróbico oxidativo.
Nuestros compañeros que están en diseño industrial observaron este problema y empezaron a idear una bokashiera que, básicamente, es un dispositivo que tiene la particularidad de girar sobre sí mismo y de ese modo cambia el paradigma de trabajo: en vez de palear, girar el tanque de un modo mucho más sencillo, más rápido y sin ningún esfuerzo. Empezamos con este proyecto determinando todas las variables fisicoquímicas de esa mezcla y, haciendo una comparación entre la que estaba en el suelo y la que estaba en el dispositivo cerrado, vimos que esos parámetros eran mejores.

Fuimos probando otros prototipos con nuestros compañeros (Laura Garro, Mariano Aguyaro, Pablo Ungaro, Martha Andacaba, Daniela Perini, Verónica González y Alfonsina Tello) y, finalmente en 2021, obtuvimos un subsidio del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, ministerio que hoy ya no existe.

Bokashiera

¿Qué lograron con ese subsidio?

— Pudimos desarrollar el proyecto que constaba de dos partes: una, era el desarrollo en sí mismo de lo que era el proceso del bokashi, talleres abiertos que llevábamos a las distintas quintas pertenecientes a la Federación Rural para la Producción y el Arraigo; y la otra, que fue construir esa bokashiera con perspectiva de género. Durante los talleres que dimos en el galpón de la cooperativa las mujeres tomaron parte, también vinieron sus compañeros. Pudimos hacer cuatro equipos que fueron distribuidos en las distintas asambleas del cordón hortícola de La Plata como Olmos, La Armonía, El Pato, y a través de eso después, ellos se llevaron las bokashieras.

El cordón hortícola del Gran La Plata
El Cinturón Hortícola Platense (CHP) es un cordón productivo ubicado en el periurbano de la Ciudad de La Plata. Se trata del más grande del país y en él se producen más de 72 tipos de hortalizas que alimentan a más de 14 millones de personas del conurbano bonaerense y otras regiones.
La producción de esta traza se concentra mayoritariamente en zonas contiguas a Los Hornos y Gorina, llegando a Abasto, Olmos, Romero y Etcheverry, y entre los principales cultivos se encuentran lechuga, tomate, alcaucil, acelga, apio, pimiento y espinaca, entre otros tantos.

Marta

—Marta es nuestro ícono, porque ella se apropió del sistema, lo usa todo el tiempo incluso nos indica qué cosas están mal para mejorarlas —dijo Betina.

Marta Andacaba, productora agroecológica

Cuando llegamos a la quinta de Marta en Olmos, el frío había aflojado y daba lugar a la calidez del sol de junio. Entre las cortinas de ropa rosa tendida apareció Terry, un rottweiler envejecido que camina lento, y después ella, también de rosa. Nos presentamos y rápidamente nos agrupamos alrededor del dispositivo en cuestión. Después vinieron sus hijas y se pusieron a girar la bokashiera como si fuera un juego de plaza. Completaron la escena Goofy, otro perrito peludo y petiso que nos seguía a todos lados, y Gris, el cupo gatuno de la familia.

Marta llegó a la Argentina en 2009 para trabajar en la quinta de sus padres junto a sus hermanos. Hoy produce con su marido aplicando los principios de la agroecología: se rigen por la estación, hacen rotación de hortalizas, compostan y no utilizan agroquímicos.

A lo largo de los años el concepto de agroecología ha ido evolucionando. Sus enfoques y alcances han sido modificados en el tiempo. En 2015 Vía Campesina1 en la declaración del Foro Internacional sobre agroecología, sintetizó los elementos más relevantes de la práctica: 

«La agroecología ofrece la respuesta a cómo transformar y corregir nuestras realidades en un sistema alimentario y un mundo rural devastados por la producción alimentaria industrial y sus llamadas Revoluciones Verde y Azul. Entendemos la agroecología como una forma clave de resistencia a un sistema económico que antepone la ganancia a la vida.

La sobreproducción de alimentos del modelo corporativo nos envenena, destruye la fertilidad del suelo, es responsable de la deforestación de las áreas rurales, la contaminación del agua, la acidificación de los océanos y el agotamiento de los caladeros de pesca. Los recursos naturales esenciales han sido mercantilizados y los costos de producción en aumento nos están expulsando de nuestras tierras. Las semillas campesinas son robadas, revendidas a los propios campesinos a precios desorbitados, ya en forma de variedades seleccionadas para depender de agrotóxicos costosos y contaminantes. El sistema alimentario industrial es un potenciador clave de las múltiples crisis del clima, alimentaria, medioambiental, de salud pública y otras. El libre comercio y los acuerdos corporativos de inversión, de resolución de controversias entre Estados e inversores, y las falsas soluciones como los mercados de carbono y la creciente financiarización de la tierra y los alimentos, etc., contribuyen en su conjunto a agravar aún más estas crisis. La agroecología en un marco de soberanía alimentaria nos ofrece transitar una senda colectiva para salir de estas crisis2«.

Nuestro país adhiere a una definición de agroecología surgida de un proceso participativo coordinado por la Dirección Nacional de Agroecología (DNAe) en el año 2021. Comprende un paradigma destinado a la promoción, el diseño y la gestión de sistemas de producción agropecuaria, recolección, pesca, elaboración, comercialización, consumo y comensalidad, económicamente viables, socialmente justos y ambientalmente sostenibles, caracterizados por una mayor resiliencia socio-ecológica y orientados a fortalecer el buen vivir de toda la sociedad3.

— Antes no conocía la agroecología —cuenta Marta—. Trabajábamos de manera convencional. En los talleres que dictó la Facultad fui aprendiendo. Me interesó cambiar, sobre todo por el tema de los gastos. Aprendí a producir mis propias semillas. Antes se decía que, supuestamente, las semillas que sacabas no daban igual, no rendían lo mismo. Empecé a sacar semillas de acelga y empecé a ver los resultados. Lleva más tiempo pero son menos gastos de insumos.

— ¿En qué te cambió tener la bokashiera?

— Me facilitó mucho porque antes yo hacía en el piso nomas, entonces daba vueltas con pala y hacía como unas 16 bolsas. Me costaba, me cansaba y llevaba mucho tiempo. Tres veces al día tenía que mover con la pala todo de un lado para el otro. Era muy cansador. Ahora con la bokashiera que hicieron ellos me facilita bastante. Se hace menos cantidad, pero es más fácil que hacer con la pala porque vengo y doy 15 vueltas para un lado, 15 para el otro lado y ya está, ya baja la temperatura, se mueve, se mezcla y ya está. Y no es pesado girar. Por eso es más cómodo para las mujeres.

— ¿Y después qué hacés con lo que sale de ahí?

— De una bokashiera llena saco 7 bolsas. Después, tiro un puñadito en cada planta como abono para que le ayude a crecer. También lo utilizamos en forma de té. Lo mandamos directamente por goteo a la raíz, es un fertilizante orgánico, es muy bueno, no tiene ningún químico, nada, es un abono que ayuda mucho y también te facilita porque nosotros antes utilizábamos fertilizantes químicos.

Además, Marta trabaja en la Biofábrica de la Federación Rural para la Producción y el Arraigo.

– Ahí producimos bio preparados para las plantas. Son bio preparados naturales. Tenemos insecticidas, fungicidas, fertilizantes, no tienen químicos y es lo más importante para producir agroecología.
Cuando comencé a ir a los talleres me acordé que una vez me intoxiqué curando la tierra y la pasé muy mal. Al utilizar agroquímicos el primero que se ve afectado es el trabajador.
Hacer agroecología también está bueno para producir una verdura más sana. Es todo un combo porque, por otro lado, ayudás al ambiente.

Cambio climático y alimentación
La agricultura industrializada es uno de los sectores que más emisiones de gases de efecto invernadero produce, principalmente óxidos de nitrógeno y dióxido de carbono. Según un estudio de GRAIN, a nivel mundial la agricultura industrial es responsable de entre un 15% y un 18% de las emisiones de GEI y entre el 44% y el 57% de todas las emisiones provienen del sistema alimentario global.
En su búsqueda por incrementar los rendimientos, la agricultura industrial se vale de grandes volúmenes de fertilizantes químicos y pesticidas que contaminan el agua, el suelo, y el aire. Son responsables además de la pérdida de biodiversidad, la erosión del suelo, así como daños directos e indirectos a la salud de las poblaciones cercanas.
Por su parte, la producción agroecológica es resiliente al cambio climático en cuanto busca restablecer el equilibrio ecológico de los sistemas, evitando el uso de agroquímicos, asumiendo una gestión regenerativa del suelo, respetando la biodiversidad y reduciendo la dependencia de insumos químicos al reemplazarlos, en parte, por tecnologías y procesos provenientes de saberes populares localmente adaptados.

— Estamos en la lucha para que más compañeros empiecen a conocer la agroecología. Pero tenemos una en contra: nosotros alquilamos las tierras y se nos va mucho en el alquiler. Como productores estamos en la lucha de acceso a la tierra. No quiere decir que nos regalen, sino que nos den tierras a pagar. De esa manera no sólo podemos trabajar, también podemos producir verduras más sanas. Sería un beneficio para nosotros y para los consumidores.

— ¿Cómo es la comercialización de lo que producís?

— Vendo a culata de camión. No se valoriza el hecho de que sea agroecológico. Los camioneros piensan que es de baja calidad, piensan que tiene bichos. Cuando en realidad es todo lo contrario. Con los biopreparados logramos una gran calidad y además, el sabor es más rico. Si probás el cherry te das cuenta que su sabor es dulce. En cambio, el que viene de procesos convencionales tiene un sabor ácido.

En el camino de regreso a la ciudad, Betina nos contó que la idea es poder seguir con este proyecto.

—Ahora ya no tenemos subsidios, pero bueno, estamos tratando de conseguir en las distintas instituciones que tienen convocatorias abiertas para poder escalar la bokashiera  y producir mucho más, alrededor de 7 decímetros cúbicos por mes. Eso también involucraría la automatización del proceso, y la idea es también que, por ejemplo, una cooperativa pueda producir el bokashi para vender, siempre de la mano de las mujeres productoras. Entonces sería un mecanismo que además incita a la transición agroecológica.

Consideramos fundamental que en el cinturón periurbano platense, la agroecología sea fomentada y apoyada por el Estado con políticas públicas y que se valoricen los productos agroecológicos que, muchas veces, producen las mujeres en la agricultura familiar.

  1. La Vía Campesina, fundada en 1993, es un movimiento internacional que reúne a millones de campesinxs* trabajadorxs sin tierra, indígenas, pastorxs, pescadorxs, trabajadorxs agrícolas migrantes, pequeñxs y medianxs agricultorxs, mujeres rurales y jóvenes campesinxs de todo el mundo. Construida sobre un sólido sentido de unidad y solidaridad, La Vía Campesina defiende la agricultura campesina por la Soberanía Alimentaria. ↩︎
  2. Declaración del Foro Internacional sobre Agroecología, Mali 2015. ↩︎
  3. Dirección Nacional de Agroecología (2022). Marco conceptual de la Agroecología. Buenos Aires. ↩︎

Julieta Nava

Comunicadora (FPyCS Universidad de La Plata). Gestora cultural. Feminista

Creative Commons CC BY-ND 4.0

2 Comentarios

  1. Susana De luca

    Un gran informe que completa los conocimientos que algunos teníamos sobre agroecología. La doctora Betina Galarza aporta , no solo sus conocimientos científicos, sino un enorme compromiso con estas técnicas para mejorar los alimentos de consumo para preservar la salud de la comunidad. Mis felicitaciones para ella y todos sus colaboradores!

    Responder
    • Betina

      Muchas gracias Susana por tus palabras tan hermosas y tu apoyo a este proyecto! Abrazo!

      Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *