Jane Jacobs: Atreverse a mirar la ciudad desde las veredas (o desde lo cotidiano)

por | 13 / 05 / 24 | Artículos

Fue en el filo de los años sesenta, ante la inminente construcción del Lower Manhattan Expressway, o Lomex, un controvertido proyecto de “renovación urbana” en el bajo Manhattan,  -que implicaba la demolición de demasiadas manzanas de la ciudad, desplazamiento de familias y comercios, y construcción de una autopista-, cuando Jane Jacobs, una mujer, vecina del barrio de Greenwich Village -divulgadora urbanista, activista sociopolítica- comenzó a militar el derecho a la ciudad en defensa de la calidad de vida en su barrio desde una perspectiva urbana impensada hasta el momento y aún hoy vigente.

Un boceto de la propuesta Lower Manhattan Expressway, una autopista de 10 carriles a través de SoHo y Little Italy
que requirió la demolición de 416 edificios.

Heredero del urbanismo moderno de las décadas del ’20 y ’30 Robert Moses, promotor del emprendimiento mencionado, retoma conceptos urbanos promovidos por los CIAM 1: criterios de segregación espacial excluyentes definiendo áreas destinadas a habitar, trabajar, circular y recrearse, con altas densidades que llevaban a la construcción de edificios en altura y grandes distancias a recorrer, planteando la destrucción y reconstrucción de gran parte de Nueva York, y otorgando un status de privilegio al tránsito vehicular como clave de las ciudades contemporáneas, limitando la circulación peatonal.

Brasil, siguiendo estos principios urbanísticos, construiría la ciudad de Brasilia en los años 60s.

Fue entonces que Jane Jacobs, acusando el fracaso del modelo de urbanización de los ‘50 empeñado en “abrir” espacios -dinamitar tejidos- para nuevos desarrollos, y en defensa de lo que interpretó como la esencia de la ciudad, enfrenta a planificadores inmobiliarios y diseñadores que especulan sobre el futuro urbano y lo hace oponiendo argumentos a las categorías reivindicadas por aquellos a quienes acusa de devastar las ciudades. Publica Muerte y Vida de las Grandes Ciudades, su obra más célebre, advirtiendo sobre las consecuencias de las prácticas vigentes: segregación de funciones en la organización edilicia; construcción de autopistas para la primacía del automóvil; demoliciones de edificios con valor patrimonial; reducción de espacios verdes.

Jacobs, una nueva mirada sobre la transformación urbana 

La crítica de Jane Jacobs a la existencia de las grandes ciudades recae sobre la cosa fáctica, aquello materialmente construido por los inversores inmobiliarios -dirigido por los intereses económicos- y que cercena la vida de la calle, del barrio, del espacio público. Y eso, es precisamente lo que rescata, lo inmaterial, lo que esas intervenciones urbanas arrebatan: la experiencia del lugar; la vida; la oportunidad de encuentro en las veredas, veredas a las que Jane dota de un status de organizadoras de la vida social en la ciudad.

Recordamos una nota de Saskia Sassen para The Guardian en la que cuenta que luego de una conferencia que brindara en Toronto, Jacobs levantó la mano para participar, planteándole una de las observaciones más agudas que recibiera acerca de su modo de analizar la ciudad. “Una y otra vez volvía al tema del ‘lugar’ y su importancia cuando se consideraba la aplicación de las políticas urbanas (en particular, la pérdida de los barrios y la supresión de las experiencias de los residentes locales).” Este modo de preguntar, esta esfera desde donde Jacobs miraba la ciudad se encontraba en suelo firme, no en las alturas, llevando a Sassen a re-dirigir su pensamiento a niveles más “micro2”.

A través de escritos y piquetes, Jacobs hace un vehemente rescate de las veredas para la vida en comunidad, como espacio de encuentro, de las relaciones interpersonales. De las veredas como bien de uso, no para el consumo, y para ello debe preservar el barrio -los barrios- donde esto ocurre, y en ese sentido disputa la necesidad de conservar su barrio, su vecindad, no sólo por los valores ambientales, arquitectónicos o históricos de Greenwich Village, que los tiene, sino porque en él, la vereda tiene existencia y allí se desarrolla la vida cotidiana de la vecindad, de su hija y sus hijos.

Jane Jacobs en una reunión vecinal en Greenwich Villages Washington Square Park en 1963.

Refuerza, en la experiencia de la vereda, la idea del ámbito del vecindario donde se encuentran los ciudadanos, con acuerdos y cuidados tácitos aun sin conocerse, poniendo énfasis en el espacio de relación entre personas que quizás nunca se hubieran cruzado; que permite la diversidad de usos, que los hace coincidir, interactuar, estar pendientes del otro, incluso circunstancialmente.

Para hacerlo, recorre el camino de la táctica con acciones que surgen de la inteligencia y la inventiva de los más débiles -dirá de Certeau- sin espacio propio por estar desprovistos ante las estrategias del fuerte, dueño del teatro de operaciones, y lo hará acusando las relaciones inequitativas entre el poder y los demás3. Su recurso será andar la ciudad, describir una escena, observar comprometidamente el movimiento de una calle, lo cual lleva a un constante ir y venir de lo teórico a lo concreto, de lo particular a lo general. Propone rescatar la vida cotidiana desde el sentido común.

Oponiendo argumentos

Jane Jacobs sustenta con argumentos una dura crítica al urbanismo moderno oponiendo: 

  • A la segmentación de usos en zonas rígidas y especializadas: la coexistencia de usos mixtos en las áreas urbanas. La combinación de viviendas, comercios, equipamiento enriqueciendo el tejido urbano propone una ciudad más diversa y orgánica, superando la anomia y esterilidad para la vida humana de los planteos de estricta zonificación (áreas estrictamente residenciales, o estrictamente comerciales, o de sólo circulación). Aboga por una ciudad compleja y diversa.
  • A la construcción de autopistas para el dominio del automotor: veredas y calles como espacios de socialización y encuentro ciudadano.
  • A la disminución de espacios públicos: la valorización de calles y espacios verdes -más allá de la función del mero tránsito- como espacios imprescindibles para la cultura urbana.
  • A la demolición de vastas áreas de edificios de valor patrimonial: la reivindicación de los barrios tradicionales.
  • A la dispersión territorial y la construcción de torres aisladas: la propuesta de concentración urbana con una densidad equilibrada, dotada de manzanas de tamaño reducido y numerosos cruces de calles y esquinas que aporten a la ciudad una vida activa de peatones, fomentando en un contacto de proximidad el respeto, los cuidados mutuos y la posibilidad de apropiarse de la ciudad en el mejor sentido de sentirla propia.

Sin embargo, en su ataque a los procedimientos para la transformación urbana no reniega de la planificación. Como plantean Zaida Muxi y Blanca Gutiérrez Valdivia en la presentación de Muerte y Vida en las Grandes Ciudades, Jacobs aboga por una otra planificación, una planificación atenta a la vida y las necesidades de las personas.

La vigencia de Jane

Haciendo un repaso del legado de Jane Jacobs son cuantiosas las categorías de su crítica cuya consideración en procesos de planificación urbana resultan facilitadoras para una vida inclusiva en la ciudad y que hoy reivindica el urbanismo feminista.

Para enumerar, fue pionera en la percepción de procesos de gentrificación, que recién décadas más tarde serán motivo de atención en los trayectos de transformación urbana. Éstos son procesos en los que la renovación de áreas degradadas conlleva la erradicación de una población empobrecida y su reemplazo por otra población de mayores recursos económicos, como en el barrio de San Telmo en Buenos Aires, el barrio Lapa en Río de Janeiro, el barrio Gótico en Barcelona.

Su ataque al desarrollo urbano autoritario y deshumanizado ofrece argumentos clave retomados por el urbanismo feminista, centrado en la vida de las personas: desde el concepto de “ojos en la calle” enfocado en criterios de cuidados para la seguridad de las personas en los espacios públicos, hasta la justificación de pensar la planificación urbana partiendo de las necesidades humanas, saliendo por lo tanto de la habitual “mirada de dron” para valorar el concepto de “lugar” que requiere una mirada situada, de aquí y ahora, de lo particular a lo general, de proximidad, o la defensa de los barrios preexistentes invitando a conocerlos antes de programar su transformación: entender dónde reside su vitalidad, cómo los usan las vecindades. Conocer las calles, entrevistar a transeúntes, percibir la red de relaciones existentes. 

También entendió y heredó a las siguientes generaciones la importancia de los espacios públicos como plazas, parques y calles para la vida urbana, fomentando el encuentro, creando comunidad y abrazando estos valores como condiciones para una vida en mayor igualdad. 

Desde esta latitud, compartimos algunas caminatas Jane’s. Y desde nuestra inserción, interviniendo en los barrios de La Plata, nos preguntamos ¿cómo recuperar las veredas?

Jane Jacobs contesta con el ballet de la acera:

“Pero no una danza de precisión y uniforme en la que todo el mundo levante la pierna al mismo tiempo, gire al unísono y haga la reverencia en masa, sino a la manera de un enredado ballet en el cual cada uno de los bailarines y los conjuntos manifiestan claramente sus elementos distintivos, que, como milagrosamente, se dan vigor y densidad mutuamente, componiendo entre todos un conjunto armónico y ordenado. El ballet de las aceras de una ciudad nunca se repite a sí mismo en ningún lugar, es decir, no repite la representación como en una gira; incluso en un mismo y único lugar, la representación está llena de improvisaciones”.


  1. Congreso Internacional de Arquitectura Moderna ↩︎
  2. Sassen, Saskia, https://revistasantiago.cl/pensamiento/como-jane-jacobs-cambio-la-forma-en-que-vemos-las-ciudades/ ↩︎
  3. de Certeau, M., La invención de lo cotidiano, Universidad Iberoamericana, Galimard, 1990 ↩︎

La ciudad que resiste

La Ciudad Que Resiste es una colectiva cooperativa de arquitectas de la FAU – UNLP orientadas al estudio del urbanismo feminista e intervenciones en el espacio urbano, a partir de la pregunta ¿Qué es una ciudad feminista? ¿Cómo podemos empezar a construirla?

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