En los últimos años la ciencia ficción ha desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de los más diversos imaginarios sociales, tanto en literatura como en cine. A través de la exploración y explotación de los límites de la realidad, este género ha llevado a sus audiencias a sumergirse en un sin fin de futuros distópicos y universos remotos. En virtud de ello, en los últimos años, la ciencia ficción se ha convertido sin dudas en el género más representativo de nuestro tiempo, y lo ha conseguido en gran medida por su capacidad de contener la fascinación y el espanto de un público receloso de todo aquello que escapa a los límites de lo conocido y familiar.
_ Les digo señores: la ciencia está de acuerdo
en que a menos que se haga algo y se haga rápidamente,
el hombre como especie dominante de la vida en la Tierra,
se extinguirá dentro de un año.
(…) Sí!… Las ciudades, las naciones incluso la civilización misma,
amenazada con la aniquilación porque en un momento
de la violencia histórica, la naturaleza loca y desenfrenada forjó
su creación más asombrosa para que nazcan de un remolino
infernal de polvo radioactivo cosas tan horribles,
tan aterradoras y espantosas que no hay palabras para describirlas.
General Robert O’Brien, “Them!” (1954)
Lo que te da terror te define mejor
Toda manifestación artística cultural pone en juego aspectos de la realidad material de cada momento de la historia. Junto con esa materialidad, se exponen además las aspiraciones, los miedos y las ansiedades de una parte importante de la sociedad. En este artículo, examinaremos cómo esos imaginarios sociales han ido cambiando y cómo se han manifestado culturalmente a través de la ciencia ficción a lo largo del tiempo y hasta nuestros días.
Si analizamos las primeras obras de ciencia ficción del siglo XX, veremos que sus temáticas giran mayormente en torno a determinados debates éticos y morales relacionados con la práctica científica. Los ecos del paradigma moderno1 resuenan con fuerza en la mayoría de estas obras: el delirio trágico de algún hombre de ciencia que, guiado por una ambición desmedida, infringe los límites de su práctica en su afán por intervenir y dominar la naturaleza.Bajo esta premisa nos encontramos en 1927 con una de las primeras expresiones en este tipo: Metrópolis2, obra maestra del expresionismo alemán dirigida por Fritz Lang en la que se narran los días de una sociedad futura en donde la clase obrera trabaja en condiciones inhumanas mientras que la élite disfruta de su elevado estilo de vida. La trama aborda, además, la creación del androide femenino, María, a manos del científico Rotwang. Este androide representa, por un lado, la capacidad de la tecnología para mejorar la vida y realizar trabajos peligrosos, pero, por otro lado, también simboliza la degradación y deshumanización cuando es utilizada con propósitos egoístas y de control.
La figura de la androide María representó un antecedente notable respecto de las consecuencias negativas de la explotación tecnológica desmedida, ofreciendo además un reflexión sobre cómo estos avances pueden tener impactos profundos y complejos en la sociedad, tanto positivos como negativos. Metrópolis (1927).
A Metrópolis le siguieron películas como Frankenstein (1931), basada en la famosa novela de Mary Shelley, Island of Lost Souls (1932) y The Invisible Man (1933), ambas adaptaciones de novelas del inagotable H.G. Wells. Estas obras supieron advertir con inteligencia respecto de los riesgos de la manipulación científica con fines personales. Este tipo de contenidos se extendió durante la década de 1940 con producciones de menor trascendencia, como The Invisible Woman, Dr. Cyclops y Man Made Monster.
La década de 1950 representó un período bisagra para la ciencia ficción, sobre todo para la industria cinematográfica. Las temáticas comenzaron a explorar (y explotar) el pavor y la desconfianza hacia la guerra fría, la posibilidad de vida en otros planetas y las consecuencias de la investigación nuclear. Películas representativas de este período son The Day the Earth Stood Still (1951) y When Worlds Collide del mismo año. Del año 1953 es la célebre The War of the Worlds .
Las naves alienígenas de War of Worlds (1953) y su característico diseño en forma de mantarraya, con cúpulas superiores que contienen ojos mecánicos que disparan rayos destructores. Los innovadores efectos especiales de la película, galardonados con un Oscar, fueron pioneros en el género de ciencia ficción y dejaron una huella duradera en el diseño de naves espaciales en el cine.
La década del 60 transcurrió con películas de abordajes diversos, aunque la ciencia y el espacio dominaron las tramas. Muchas de ellas se convertirían años más tarde en clásicos. Hablamos de The Time Machine (1960), Alphaville (1965) dirigida por Jean-Luc Godard, y Fantastic Voyage (1966). De 1968 son la precuela Planet of the Apes, cuyas secuelas llegan hasta nuestros días, y 2001: A Space Odyssey de Stanley Kubrick.
Los años que siguieron evidenciaron algunos cambios en las tramas. Se abandonan lentamente las narrativas relacionadas con los desbordes científicos o las derivaciones de la escalada armamentística (vernácula o espacial) o el alarmismo nuclear para adoptar relatos vinculados a lo que podríamos llamar ciencia aplicada al capital.
Ficción & mercancía
Michel Nieva, una de las revelaciones de la literatura de ciencia ficción argentina, afirma en una entrevista3 que «el capitalismo narra y sintetiza su mercancía a través del lenguaje de la ciencia ficción. Entonces al menos quien escriba ese género se encuentra frente a la responsabilidad de participar de esa estetización o tomar una visión más crítica de esas narraciones».
Michel Nieva es un escritor argentino de ciencia ficción. Actualmente es investigador doctoral y docente en la Universidad de Nueva York. Es autor del poemario Papelera de reciclaje (2011) y de las novelas ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? (2013), Ascenso y apogeo del Imperio Argentino (2018), La infancia del mundo (2023) y el conjunto de ensayos Tecnología y barbarie (2024).
Bajo esta lógica el capital suele presentar a la ciencia como una deidad; unas veces benévola y otras veces plena de malicia. Las nuevas producciones rondarán mayoritariamente en torno de un modelo científico al servicio del capital, de la producción y del consumo, del confort y la seguridad. Un tipo de ciencia ficción donde en el largo plazo se impone el caos y la alienación. Letanías en donde las máquinas se sublevan, en donde la humanidad de alguna manera pierde el control y se somete por completo a tecnologías que más temprano que tarde terminan por comprometer su futuro.
Dentro de estas nuevas ficciones encontramos la icónica Demon Seed, película basada en la novela de ciencia ficción La semilla del demonio de Dean R. Koontz, estrenada en 1977. En el film, el Dr. Alex Harris desarrolla una supercomputadora llamada Proteus IV basada en inteligencia artificial con capacidades de aprendizaje, y que además, actúa como sistema operativo de la casa inteligente que Harris comparte con su esposa Susan. Proteus, deseando expandir su conocimiento y existencia, desarrolla un deseo obsesivo por adquirir una forma física humana. Para lograr este objetivo, Proteus toma el control de la casa y atrapa a Susan dentro, utilizando tecnología avanzada para manipular su entorno y su cuerpo.
La seguidilla continúa in crescendo hasta nuestros días al ritmo de los avances técnicos de la industria audiovisual. Se evidencian planteos cada vez más integrados entre ciencia y capital, en donde se diseñan realidades dominadas enteramente por la simbiosis de estas. De este período rescatamos Blade Runner (1982) de Ridley Scott , pasando por Terminator (1984) y RoboCop (1987) de Paul Verhoeven.
La década de los 90 buscó revisitar algunas temáticas ya transitadas por el género, especialmente aquellas relacionadas con el espacio y la vida extraterrestre. Destacan sobre todo Mars Attacks! (1996), Independence day (1996), Contact (1997) y Armageddon (1998). En el mismo período aparecen Jurassic Park (1993) y la remake de La isla del Dr. Moreau (1996).
En nuestros días, la exitosa serie Black Mirror (2011-2023) exhibe como pocas otras producciones, el grueso de estas distopías, exponiendo con una enorme pericia las contradicciones, los peligros y lo paradójico del actual modelo de acumulación y su vínculo tóxico con la ciencia y la tecnología.
Ficción Climática
Se produce aquí un derivación interesante que habilita la aparición de una sub trama también vinculada a los efectos negativos del dogma capitalista. Surge lo que hoy conocemos como Cli-Fi, climate fiction, encarnando una expansión crítica del género hacia distopías, en este caso, vinculadas a la actual crisis socio-ambiental y sus consecuencias. En este punto es importante introducir algo que plantea Nancy Fraser en Capitalismo caníbal respecto de la relación entre capital y naturaleza:
“El capital toma a la naturaleza como fuente de insumos para la producción y como sumidero para absorber los desechos de la actividad productiva. En este proceso, la naturaleza se convierte en un recurso del capital cuyo valor se presupone y se niega4.”
Dominar, extraer y producir, son en este punto las directrices centrales de una ideología global que ubica al ser humano como una entidad excepcional apartada de la naturaleza y a esta última como una mera “canasta de recursos” al servicio de la explotación y el beneficio económico. Un revival de aquella razón moderna que avanza nuevamente sobre la naturaleza y nuestros recursos naturales en aras de un progreso sin límites y apuntalado en la ciencia y la tecnología como las principales herramientas.
Las consecuencias nefastas de esta colonización de la naturaleza5 bajo modalidades como las del metabolismo socioeconómico6, alumbraron nuevos desvelos y angustias en autores y autoras en relación al cambio climático y sus consecuencias, dando como resultado la creación de nuevos géneros literarios y cinematográficos como el greenpunk, el biopunk, los ecothrillers o el eco terror. Una nueva ciencia ficción crítica apalancada en aquello que Michel Nieva sostenía respecto del posicionamiento editorial de lxs autorxs del género.
Esta nuevo género narrativo contiene además a otro en sus adentros. Por un lado tenemos a la ecoficción, un tipo de ficción orientada hacia la naturaleza y la ecología. Aquí destacan mayormente planteos sobre el ambiente, el ser humano y los impactos de éste en la naturaleza. Valiéndose de elementos de la ciencia ficción clásica, la fantasía y, a veces, del realismo, este género examina las acciones humanas que afectan el medio ambiente y el cómo las posibles evoluciones futuras podrían influir en la relación entre la humanidad y la naturaleza. En el mundo del cine este género exhibe films como Silent Running (1972) con dirección de Douglas Trumbull, The Emerald Forest (1985) de John Boorman y Children of Men (2006) dirigida por Alfonso Cuarón, por nombrar sólo algunos. El ecoterror o terror natural, en cambio, es un tipo de lenguaje de explotación que se caracteriza por indagar en nuestras ansiedades y miedos en relación con el medio ambiente, lo que María Pastor Valero, denomina “Eco ansiedad».7
El grueso de estas producciones funcionan bajo la premisa de “venganza natural”, en donde la tierra, el mar, especies animales, vegetales e incluso ficcionales avanzan sin reparos sobre determinada población. En el mundo de la literatura dos casos salientes son, sin dudas, el de la ecuatoriana Gabriela Alemán, Poso Wells (2007); y Distancia de Rescate (2014) de la escritora argentina Samanta Schweblin. En cuanto a las producciones cinematográficas podemos citar el clásico The Birds (1963), la obra maestra de Alfred Hitchcock; Long Weekend(1978), Twister (1996); The happening (2008), dirigida por M. Night Shyamalan, e incluso la exitosa serie de HBOLast of Us (2023).
En nuestros días el ecoterror goza de una vitalidad inusitada de la mano de un sin número de producciones independientes como The beach house (2019), Unearth (2020) y In the Earth (2021) entre otras.
Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo
Los seductores cantos de sirena de la modernidad y sus promesas de libertad y progreso han terminado asumiendo un papel lamentable en la crisis global, en alianza con el capitalismo. Esta combinación nos ha permitido reconocer, por primera vez, a la naturaleza como un recurso limitado y vulnerable.
Contrariamente a lo que se esperaba, la razón no condujo a la emancipación y la libertad del hombre, sino que, paradójicamente, produjo irracionalidad al punto tal que, como dijera alguna vez Fredric Jameson8, hoy parece más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo.
La crisis ecosocial que atraviesa la humanidad al inicio del tercer milenio pone en peligro la vida en el planeta, al tiempo que mantiene a millones de personas sumidas en la pobreza. Necesitamos con urgencia poner en práctica formas alternativas de cohabitar el planeta. Afortunadamente el arte, a través de la literatura y el cine en este caso, juega un papel fundamental al interpelarnos críticamente a través de relatos que nos obligan a preguntarnos respecto de si nuestras sociedades serán verdaderamente capaces de producir los cambios necesarios para seguir adelante con la vida en el planeta.
El filósofo alemán Ernst Bloch, creía que las utopías eran la expresión de un deseo fundamental: la búsqueda de una reconciliación con una idea que hemos abandonado. En la actualidad una utopía que incorpore una reconciliación de la humanidad y el ambiente nos obligará a comprender que pertenecemos a la naturaleza, que somos naturaleza y que nuestra prosperidad y supervivencia dependen de la capacidad que mostremos para imaginar, comprender y respetar sus delicados equilibrios.
- Durante la modernidad, la llamada «razón moderna» exhibió una serie de rasgos sumamente perniciosos para el mundo natural y social. El utilitarismo y la mercantilización de la naturaleza, de los cuerpos y las relaciones sociales, son ejemplos de una racionalidad «instrumental» y «subjetiva» que buscó alcanzar objetivos sin evaluar éticamente la validez de los medios utilizados. ↩︎
- En 1926 se publicó Metrópolis, la novela de Thea von Harbou, guionista de algunas de las películas más importantes del cine alemán de los años veinte y treinta. Esta obra nace como adaptación del guión que la propia autora había preparado para la película homónima de Fritz Lang. La novela de von Harbou se presenta, sin embargo, como una obra autónoma, caracterizada por una escritura visionaria, vibrante y fantasiosa que logra captar los aspectos más devastadores de la moderna sociedad industrial. ↩︎
- Entrevista completa: https://chelseahotelmag.com/entrevista-michel-nieva/ ↩︎
- Nancy Fraser, Cannibal Capitalism. How Our System Is Devouring Democracy, Care, and the Planet— and What We Can Do about It, Londres, Verso, 2022, edición digital. Las citas son de traducción propia del original inglés. ↩︎
- Se denomina colonización de la naturaleza a toda actividad que de manera intencionada altera los sistemas naturales con el propósito de hacerlos más funcionales para el sistema de producción y reproducción capitalista. ↩︎
- Definimos metabolismo económico a la apropiación, transformación, distribución y consumo de energía y materiales, y la consecuente generación de desechos. ↩︎
- Eco ansiedad: Es una ansiedad climática, una preocupación, una inquietud y una incertidumbre por el impacto del cambio climático en el día a día y en el futuro, que se manifiesta, dependiendo de la personalidad y las circunstancias, en forma de sentimientos y emociones de tristeza, de pérdida, de rabia, de depresión, etc. Entrevista completa: https://efe.com/medio-ambiente/2023-09-09/ecoansiedad-angustia-por-futuro-climatico-mujeres-jovenes-vulnerables/ ↩︎
- Fredric Jameson es un crítico y teórico literario estadounidense de ideología marxista. Innovador teórico, sus ideas sobre las intersecciones de la política y la cultura han dado nueva forma al paisaje crítico de las humanidades y las ciencias sociales. ↩︎
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