Alexander von Humboldt fue un explorador y científico alemán del siglo XIX. Su incansable curiosidad y espíritu aventurero, lo llevaron a recorrer el mundo en todo su ancho y su alto. Su legado es una fuente de inspiración inagotable que nos anima a querer llegar tan alto como él. ¿Nos ayudás?
En septiembre de 1803 Humboldt, Bonpland y otros tres hombres ascendieron al volcán Jorullo, cercano del actual Pátzcuaro en Michoacán. Atado a una cuerda Humboldt se acercó al fondo del cráter para obtener mediciones: altura, temperatura, acidez, composición del aire y las rocas.
El Teide fue el primer volcán activo que Humboldt visitó en su vida. A mediados de junio de 1799, Humboldt acompañado de su inseparable Bonpland, acendieron a este volcán de las Islas Canarias para estudiar todos los fenómenos asociados al neptunismo, indagar en los misterios del interior de la tierra y, de paso, disfrutar de las bellas vistas que la montaña ofrecía sobre el valle de La Orotava.
En agosto de 1829, después de varios meses de viaje en carruaje a través de Siberia, y por encargo del zar, Humboldt realizó un viaje por toda la Rusia asiática en el curso del cual visitó Dzhungaria (en la frontera con China) y el macizo de Altái (cordillera entre Rusia, China, Mongolia y Kazajistán), un logro tardío de su vida justo antes de cumplir 60 años.
En el año 1802, Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland protagonizaron un hito sin igual al escalar el famoso volcán Chimborazo en los Andes ecuatorianos. En aquel entonces, esta montaña era considerada la más alta del mundo, con casi 6400 metros de altura, ubicada a 160 kilómetros al sur de Quito, en lo que hoy es Ecuador.