Desde 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas establece al 11 de febrero, como el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el objetivo de reconocer el rol que juegan en el mundo de la ciencia y la tecnología, pero además para promover la mayor participación de ellas, y sobre todo para que accedan cada vez más a los lugares de toma de decisión.
La efeméride resulta una buena excusa para hablar de Yolanda Ortiz, la primera secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano de Argentina y Latinoamérica, nombrada por el presidente Juan Domingo Perón en su tercer mandato (1973).
La ley que lleva su nombre, sancionada en noviembre de 2020, un año después de su fallecimiento, fue impulsada por la senadora nacional de San Luis por el Frente de Todos, María Eugenia Catalfamo, quién recibió la propuesta de la agrupación Jóvenes por el Clima de San Luis. Tras complementarse con otro proyecto presentado por el PRO, la ley se aprobó en el Senado por unanimidad. Mientras que en diputados obtuvo un voto en contra (del neuquino Francisco Sánchez del PRO) y dos abstenciones.
En pocas palabras, establece que, toda persona que se desempeñe en la función pública en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, debe capacitarse en la temática de ambiente con perspectiva de desarrollo sostenible y con especial énfasis en cambio climático. Por su parte, diferentes provincias generaron sus propias leyes replicando el mismo espíritu de la ley nacional.
Al igual que la Ley Micaela, la Ley Yolanda es el puntapié de un proyecto a largo plazo. Tanto la perspectiva de género como la ambiental, implican una mirada crítica de la sociedad y de las teorías que la estructuran, entendiendo al conocimiento como un fenómeno socialmente construido. En ambos casos, con la ley como herramienta, no se pretende que las personas salgan de una capacitación “convertidas”, pero sí se apuesta a profundizar los debates y continuar reflexionando con nuevos recursos, para, con el tiempo, alcanzar una sociedad más consciente, justa y empática.
Del deseo de ser monja, a convertirse en doctora en Química
Nació y se crió en Tucumán, pero cuando era muy joven, se mudó con su familia a la Ciudad de Buenos Aires por un problema de salud de su hermano menor.
Ya desde muy chica le inquietaba la injusticia social. Ya instalada en la Capital Federal se sumó al trabajo asistencial que realizaba la iglesia católica en los barrios más vulnerables.
Llegó a la carrera de Química de la UBA, pensando en tener una salida laboral, pero rápidamente encontró la manera de vincularla con sus intereses sociales. Motivada por su preocupación acerca de las malas condiciones de salubridad de los obreros profundizó en el tema de la contaminación. Trabajó en Shell y en la Dirección de Aduana, y luego, entrados los sesenta, viajó a París donde consiguió una beca para perfeccionarse en toxicología. Si bien, la experiencia en la universidad de La Sorbona le aportó muchísimo, fue el hecho de haber vivido el Mayo francés lo que más la marcó.
Ser mujer y formarse en la universidad no era para nada habitual. Recién a finales de los cincuenta podría decirse que la brecha entre varones y mujeres comenzó a achicarse, aunque muy lentamente. Además, las mujeres solían elegir carreras como medicina (especializaciones vinculadas a las mujeres y niñeces) o filosofía. En la actualidad las mujeres en la universidad superan en número a los varones de manera amplia representando el 61,2% y el 63,5% de las personas graduadas (estadísticas del relevamiento de la Secretaría de Políticas Universitarias. 2021-2022).
Su vínculo con Perón
Los caminos de la doctora en Química y Juan Domingo Perón se cruzaron en 1973 cuando llegó a oídos del presidente la existencia de Yolanda con su experiencia de más de 15 años en cuestiones ambientales. Perón tenía en mente la figura de una mujer especializada para cubrir el puesto de secretaria de Recursos Naturales y Ambiente Humano y, cuando conoció a Yolanda tardó poco en darse cuenta de que estaban en la misma página, ambos pioneros en la mirada integral sobre los temas ambientales.
Perón había escrito desde Madrid el Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo, con el fin de ser presentado en la Cumbre de la Tierra de Estocolmo, la primera conferencia mundial sobre el medio ambiente organizada por las Naciones Unidas. Se trataba de un escrito con contenido de lo más innovador para la época y de una vigencia que impresiona en nuestros días.
La nueva secretaría tendría a su cargo la de Recursos Hídricos; la de Recursos Naturales Renovables; Parques Nacionales; Flora; Fauna; y Bosques, lo que implicaba una enorme cantidad de funcionarios varones subordinados a la autoridad de una mujer. Las tensiones con el Ministerio de Economía no tardaron en llegar. La creencia de que el modelo ambiental se contraponía con el de desarrollo, tenía mucha presencia en el sector industrial. Tanto Perón como Yolanda, estaban convencidos de que eso, no sólo no era así, sino que era necesario y estratégico que ambos sectores trabajen a la par.
Con la muerte de Perón, todo se volvió más difícil. José López Rega le pidió trasladar la secretaría bajo su órbita (Ministerio de Bienestar Social) y tras rechazar esa propuesta debió exiliarse a Venezuela, donde vivió 7 años.
La despedida
En septiembre de 2016 Yolanda fue invitada y homenajeada en la Cátedra del Diálogo y la Cultura del Encuentro del 1° Pre COP 22. En el registro audiovisual se la puede escuchar dando un discurso con tono de despedida, pero a la vez, con la lucidez intacta, con 89 años, aprovechando la oportunidad para seguir aportando a la transformación. “La ecología es la única ciencia que, en tanto ciencia, llama a una toma de conciencia”, era una de sus frases de cabecera. Usó todo el aire de sus pulmones para poder decirla entera, sin interrupciones. Y agregó que “Evidentemente no puede haber conciencia cuando no hay sentimiento, cuando no hay conocimiento, cuando no hay espíritu de hacer las cosas desde lo ético”.
Yolanda Ortiz fue pionera en muchos aspectos, pero sobre todo en comprender la transversalidad de la problemática ambiental:“No hay un problema, hay una trama de problemas que están todos juntos, que tienen que ver con el contexto. Si sacamos pedazo por pedazo para analizar, aun cuando se vaya muy profundamente, no sirve de nada. Hay que contextualizar, entender la complejidad que hay ahí. Para hacer una política ambiental hay que romper con la lógica individualista. No hay salida mientras no profundicemos y nos pongamos de acuerdo, porque son temas que tienen que ver con el destino del ser humano”1.
Nunca se casó ni tuvo hijxs. “Tengo a los hijos del mundo que son la naturaleza y también a los pobres”2, decía.
Fundó la ONG CAMBIAR y colaboró con otras tantas.
A lo largo de su carrera recibió numerosas distinciones en reconocimiento a su trayectoria. La última fue en 2018, cuando el Senado le otorgó la mención Juana Azurduy.
Murió el 22 de junio de 2019 a los 94 años.
Entender a la educación como el mayor valor estratégico para el desarrollo sustentable, así como el carácter imprescindible del trabajo colectivo, son parte del legado.
“Hay que pasar del ego, del individualismo, que corrompe, al eco”.
Foto / Gafotos
- Entrevista de Verónica Engler https://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-227579-2013-08-26.html ↩︎
- Entrevista de Alejandro Czerwacki https://www.clarin.com/opinion/yolanda_ortiz-secretaria_de_medio_ambiente-peronismo-charly_alberti_0_Syee-0Dtvmg.html ↩︎
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